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¿QUÉ VALORES DEBEMOS TRANSMITIR A LAS SIGUIENTES GENERACIONES?

Publicada el 3 de julio de 20252 de julio de 2025 por José Ramón Entenza

O la liquidación por cambio de época

Su padre le leía un cuento cada noche y después le cantaba hasta que se quedaba dormida. Ya no era un bebé, tenía cinco años. En secreto añoraba seguir siéndolo, pero le aplaudían cada vez que daba muestras de hacerse mayor. Echaba de menos el tiempo en que su madre la recibía con los brazos abiertos y se quedaban dormidas juntas, abrazadas, en el lugar más seguro y confortable del universo para una niña, el seno materno.

Parecía que no habría marcha atrás. Le habían explicado que debía crecer y hacerse responsable, independiente y madura.

A veces, su padre y ella conversaban sobre los cuentos, sobre sus personajes, sobre las historias de superación y valentía. Los cuentos infantiles tenían siempre un final feliz, y el protagonista solía llevar a cabo una gesta heroica que podía ir desde combatir a los piratas en el país de Nunca Jamás, hasta superar el miedo que le provocaba el motor del refrigerador al activarse.

La niña creció, y los cuentos se convirtieron en historias. Una intrépida ratita detective, una niña con poderes mágicos, las hadas en Fairy Oaks… De ahí, ya leyendo por si misma, llegarían Matilda, las Crónicas de Narnia y la increíble historia de Hogwarts, el colegio de magia y hechicería más famoso del mundo.

En algún momento, la niña comenzó a darse cuenta de que sus aventuras en los parques de juegos ya no eran tanto del gusto de sus amigas. Su madre le explicó por qué las niñas cambian sus modos de comportamiento al crecer, sobre todo en presencia de los niños.

La niña seguía estando muy unida a sus padres. A él le preguntaba sobre estos extraños cambios y su padre le recordaba las historias leídas, incluso sin nombrarlas. Le decía que las prioridades a lo largo de la vida son cambiantes, y que ella también lo experimentaría. Pero también le explicaba que los jóvenes evolucionaban, maduraban, aprendían, absorbían las cosas nuevas que iban descubriendo, que eso les ayudaba a completar y conformar a la persona que cada uno llegaría a ser. Esto era un proceso natural que había comenzado al nacer, por lo que todo lo que uno iba siendo y sintiendo no desaparecía, sino que era la base de todo lo demás.

Y era cierto, pero también lo era el hecho de que no todas las historias reales que sucedían a su alrededor terminaban bien, como siempre ocurría en los libros. Su padre le explicó que no siempre había un final feliz y que era bueno leerlos y tener otra perspectiva. Pero la animaba a seguir creyendo en los héroes, la bondad, la amistad y el amor.

Pasaron los años, la niña se convirtió en mujer y sus padres en personas mayores. Siguieron siendo un refugio para ella. Era lo único sobre la faz de la Tierra que no había cambiado con el paso del tiempo.

Y llegó el momento en que la niña-mujer dio a luz una preciosa muñequita. En ese momento supo cómo era el otro lado, y se sorprendió al saber que defendería a aquella personita de todo lo malo, peligroso y oscuro del mundo, a cualquier precio.

Tenía un modelo perfecto sobre como darle una infancia feliz. Lo haría, incluso mejorándola. Lo comentaba con sus padres.

–Los tiempos han cambiado –le advertía él.

–La sociedad ha perdido muchos de sus valores –apuntaba su madre–. Prima el egoísmo, no existe la sinceridad. Por todas partes se desmoronan las buenas maneras, la amabilidad…

–En realidad, las personas siguen teniendo estos valores –matizaba su padre–, pero los esconden. Lo que ha cambiado es su comportamiento social, que se ha vuelto competitivo, agresivo incluso.

–La gente ya no tiene la misma fe en los demás –continuó su madre–. Encontrar a una buena persona es cada vez más extraño. Los que lo son, lo ocultan.

–He descubierto que en la mayoría de los casos –decía su padre–, cuando les muestras tu bondad, tu educación, tu honorabilidad, los desarmas y afloran en ellos esos valores reprimidos. Los ves suspirar con alivio de poder dar rienda suelta a su verdadera forma de ser. Aunque es cierto que comienzan a ser un bien en peligro de extinción.

Más tarde, a solas con su pequeña, pensaba en todo aquello. La tenía acurrucada contra su pecho dormidita, respirando tranquila, con su latido diminuto acompasado al de ella.

Pensó en el mundo al que habían traído a su hija. Un mundo en crisis, con guerras, dolor y tragedia. Pero un mundo por descubrir, por mejorar.

–Yo te protegeré mi amor –le susurró al oído muy bajito para no despertarla–. Te llevaré de la mano y cuando llegue el momento de soltarte, seguiré haciéndolo desde la distancia. Te descubriré el sol y la luna, las estrellas, las flores, el mar inmenso, la risa, la música, los sueños y lo hermoso que puede ser vivir.

La besó con ternura en su frente diminuta y con sumo cuidado cogió una de sus manitas. Y con un susurro, comenzó a contarle la historia de una jovencita que vivía en la época de la China imperial, en un encantador pueblecito rural con sus padres, en el que disfrutaba del paisaje, los animalitos, las travesuras… hasta que un día llegó un heraldo del emperador a la aldea, para reclutar a los hombres para el ejército, porque el emperador necesitaba defender la frontera…

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2 comentarios en «¿QUÉ VALORES DEBEMOS TRANSMITIR A LAS SIGUIENTES GENERACIONES?»

  1. Beatriz Rodríguez Rabadan dice:
    5 de julio de 2025 a las 07:50

    Bueno, a ver… es que no es que yo escriba bien, es que sacas todos los temas que me interesan y no haces más que motivarme. En realidad, este tema es muy sencillo y no tendría que ser frustrante. Si lo que abunda es una «cosa», conviértete en la contraria para ser un artículo de lujo. Y todo el mundo quiere los artículos de lujo porque no se cuestiona su valor intrínseco. Vuélvete «raro/a», es decir, educado, amable y agradable… y tendrás a una fila de gente queriendo relacionarse contigo. ¿Quién quiere tratar con un cenizo y un amargado? Pues otro igual que el porque lo similar atrae a lo similar. De verdad que funciona, y no solo eso, sino que TRANSFORMA. Se puede influir en el campo cuántico / energético de otra persona si estás alineado en la frecuencia / valores correctos. Si, yo a mis hijos les he dado y les doy miles de besos en los mofletes, han dormido conmigo, han lactado leche materna hasta que han querido… se ha creado un vínculo de apego irrompible y duradero… pero como he dicho en otra ocasión… «los barcos no se hacen para quedarse en el puerto, sino que para terminar de hacerse han de salir a mar adentro». Y bueno, los padres y madres con cabeza hacemos nuestra parte del trabajo, pero siempre somos el puerto (refugio) si el barco necesita volver. Y volviendo a los buenos modales perdidos, realmente a todo el mundo le agradan pero se han empezado a considerar un símbolo de debilidad cuando realmente es a la inversa. Es fuerza, es poder… actitud estoica. El estoicismo enseña que lo más elevado que puedes hacer es ver un mundo roto y aún así decidir no romperte. Un abrazo.

    Responder
    1. José Ramón Entenza dice:
      9 de julio de 2025 a las 20:31

      Otro análisis acertado. Todos tenemos convicciones, pero en este post, aparece también de alguna manera lo aprehendido desde que empezamos a tener uso de razón. Después llega el momento en el que el recipiente se convierte en acción y debe tomar sus propias decisiones. Unos querrán inculcar realismo, otros ilusión, los menos imaginación. Normalmente con buenos resultados, aunque algunos lo hagamos peor que otros. De lo que no me cabe duda es de que lo hacemos con las mejores intenciones y, a nuestra manera, contribuimos con buenas personas a este mundo complejo. Una montaña se forma piedra a piedra, un río gota a gota, un mundo mejor persona a persona. Gracias Beatriz por tu contribución.

      Responder

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Sobre el autor

Soy José Ramón Entenza, natural de Marín, en Pontevedra, Licenciado en Ciencias Físicas, Graduado en Farmacia y Licenciado en Derecho. He cursado estudios de doctorado en Inteligencia Artificial, y he publicado artículos de divulgación científica en diversas revistas especializadas y realizado numerosas ponencias internacionales de carácter científico... [leer más]

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