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EL JARDÍN INVISIBLE

Publicada el 18 de septiembre de 202516 de septiembre de 2025 por José Ramón Entenza

O un lugar oculto e inaccesible

La palabra jardín nos hace pensar en un espacio de tierra cultivado. También, al menos para mí, tiene la connotación de intervención humana, es decir, no pienso en un jardín natural, que existen, sino un espacio modelado por el hombre para encontrar en él belleza, calma, paz o inspiración.

Desde siempre, el hombre ha creado jardines durante su evolución, les ha dado forma y sentido por causas concretas. Por ejemplo, en la antigua Persia y el Oriente Medio, el jardín era un reflejo del paraíso. Así de importante era para estas culturas: un espacio cerrado donde el agua, las flores y las sombras representaban la armonía cósmica. Sin duda, ensalzada su trascendencia por la climatología de estas regiones.

En la antigua Grecia y en Roma, los jardines representaban espacios de placer y filosofía. Aunque para los griegos eran un sucedáneo de lo natural, dado que su relación con la naturaleza era más abierta que la de otros pueblos: el campo, los olivares y los bosques sagrados estaban un peldaño por encima que la obra del hombre. No obstante, sí creaban pequeños huertos en honor a uno u otro dios. Y sus filósofos, Platón y Epicuro entre muchos otros, usaban los jardines como academias, como espacios de reflexión interior y comunitaria.

En cambio, los romanos heredaron la concepción persa, llevándola al extremo. Cada casa tenía uno en torno al atrio, adornado con fuentes, estatuas y flores. Un espacio de representación y descanso. Y también para el pueblo los emperadores utilizaron grandes jardines urbanos para ganar prestigio. ¿Y el simbolismo? Para los romanos representaban estatus y dominio sobre la naturaleza, muy de la mano del lujo. En cambio, en la literatura podemos ver como Horacio o Virgilio los representan como un refugio del bullicio de la ciudad.

En la tradición árabe e islámica —en nuestro país lo sabemos bien—, los jardines eran reflejo del Edén y promesa de paz eterna. Es toda una experiencia comprobar cómo utilizaban incluso el sonido del agua para lograr esa sensación etérea.

En el Japón tradicional, conservado hasta nuestros días, vemos jardines que parecen distópicos. Son jardines secos que nos enseñan que lo esencial no siempre es visible: la arena representa el agua, las rocas son islas.

La literatura universal, por su lado, está plagada de jardines, con utilidades y simbologías muy diversas: un espacio oculto que transforma a quienes lo descubren, un laberinto, una metáfora del infinito, etc. Sería interminable enumerar todas las variantes.

Y llegando a la parte que siempre me parece más interesante, espero que a ti también, tenemos que abordar la parte filosófica o metafísica. La hemos rozado más arriba, pero tenemos que hacer entrar en juego el adjetivo que acompaña al título: invisible, que es como sabes, algo que no puede ser visto o que se siente ignorado. Y más: inapreciable, inmaterial, incorpóreo, etéreo, espiritual, misterioso, oculto…

Con esta definición de la RAE para nuestro adjetivo, te darás cuenta de que el jardín invisible no es material, no puede ser pisado como tal. Pero, para mí, ésta es la única diferencia con los jardines reales. Quizás exagero un poco. Veámoslo.

El jardín invisible es un lugar íntimo, interior, donde cultivamos emociones, recuerdos y valores que, con un poco de imaginación, presentan un reflejo de la naturaleza como flores, árboles y demás elementos: cada pensamiento es una semilla, cada gesto una flor, cada silencio reflexivo un canal de riego.

Todos tenemos uno, a donde nos evadimos en solitario cuando necesitamos introspección —reflexionar, resolver, reconstruir—. Nadie puede verlo, ahí guardamos nuestra alma desnuda, nuestros secretos espirituales, la guía de uno mismo.

Hoy vivimos en sociedades aceleradas, hiperactivas y monitorizadas. Casi siempre colgados de pantallas, corriendo con prisas detrás de lo inmediato, subyugados por el reloj, la productividad, el tiempo. Por eso, jamás en la historia como ahora hemos necesitado tanto esos espacios invisibles donde cuidar y encontrar la calma y el sentido de las cosas, de la vida.

En el jardín interior, que podría también haber sido en título de este post, podemos guardar cosas sencillas y otras complejas. Debemos cuidarlo, desde luego, como cualquier otro jardín físico, con más mimo si cabe, por la enorme importancia que debe tener para nosotros. Ese verde simbólico de los visibles debe resplandecer en nuestro jardín invisible, donde evitamos que entren malas hierbas que puedan asfixiar nuestra vida interior.

En cada ser humano existe un espacio interior, un jardín invisible donde náufragos, nos perdemos, nos subimos a la hoja de un árbol, navegamos por las aguas que lo riegan subidos a un pequeño trozo de madera. Es un lugar secreto, inaccesible para los demás, donde germinan sentimientos, donde el amor en sentido amplio echa raíces. Un lugar de esperanza para el género humano. Nuestro lugar.

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2 comentarios en «EL JARDÍN INVISIBLE»

  1. Maurizio dice:
    21 de septiembre de 2025 a las 19:45

    Ese sí que es un post de las delicias…
    Me ha encantado también como los has «construído». Muy armonioso y con un cuidado precisamente propio de un jardín.

    En la lectura me vinieron a la mente unas palabras que creo que son de la Dickinson, aunque no lo aseguraría… De todos modos, son estas: ‘»un jardín siempre es una invitación al secreto: guarda lo que no puede decirse»

    Responder
    1. José Ramón Entenza dice:
      6 de octubre de 2025 a las 22:56

      Parece que el post ha removido algún recuerdo, evocación o añoranza. Me alegro mucho, ya que era este el objetivo. Te agradezco tu comentario, la hermosa cita y particularmente los halagos a la parte «técnica». Somos arquitectos, diseñadores, organizadores, poetas… Gracias de corazón.

      Responder

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Sobre el autor

Soy José Ramón Entenza, natural de Marín, en Pontevedra, Licenciado en Ciencias Físicas, Graduado en Farmacia y Licenciado en Derecho. He cursado estudios de doctorado en Inteligencia Artificial, y he publicado artículos de divulgación científica en diversas revistas especializadas y realizado numerosas ponencias internacionales de carácter científico... [leer más]

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