O un insulto a la inteligencia
Volvemos a poner el foco en nuestra avanzada sociedad de la comunicación: mensajes, anuncios, consejos, noticias… Un uso de la información cuyo destino abarca todo el espectro imaginable: niños, adultos, géneros, edades, creencias, ideas políticas, aficiones, deportes y así podríamos seguir enumerando todo el contenido de este post, con una lista infinita.
Nos manipulan, lo sabemos, sí, pero no somos idiotas, es decir, nos damos cuenta, El maldito Big Data (tratamiento de enormes cantidades de datos -del orden de petabytes y mayores-, con múltiples fuentes -que incluyen texto, imágenes, vídeos, registros, etc.-, que se generan y transmiten en tiempo real) tiene aplicaciones que resultan de gran ayuda para el progreso general: la industria, el almacenamiento, el procesado. Se utiliza para optimizar procesos, predecir sucesos, y tiene aplicaciones que van desde la medicina hasta el marketing, pasando por la economía, la ciencia, la educación, la política, la seguridad, etc. Pero, por desgracia, también se usa para detectar patrones de comportamiento (en consumo, salud, movilidad y todos los que puedas imaginar), predecir tendencias y personalizar servicios.
Para documentar uno de mis libros, me sumergí en las herramientas predictivas, el tratamiento de datos por inteligencia artificial, aplicados a situaciones de emergencia, catástrofes, economía y muchas más. Uno de los temas que traté fueron los algoritmos que utilizan corporaciones como Amazon o Netflix, y su impacto sobre las empresas tradicionales, pymes y el pequeño comercio local, desamparado y maniatado sin la protección de los estamentos gubernamentales que procedan.
Sí, nos manipulan. Predicen nuestro comportamiento, nuestro consumo, nuestra lealtad política, religiosa, deportiva… Se hacen con el mercado y una vez que tienen fidelizado al consumidor, exigen a los productores y comerciantes unas condiciones leoninas, comercializan por sí mismos los productos de mayor éxito y cosas similares. Encontrarás mucho que aprender sobre este tema si buceas un poco en internet. Nos manipulan, pero sabemos que lo hacen, no somos imbéciles.
En realidad, la idea original de este post no era tocar el tema del uso de la tecnología para beneficio propio de estas multinacionales. La idea ha venido del uso sesgado (a mi me lo parece) de la información. En una charla con unos amigos en los que todos coincidíamos en el sesgo periodístico y cómo nos tergiversan verdades otros actores: políticos, publicistas, empresas y medios.
Saben lo que la mayoría de nosotros quiere oír y lo dicen, sin pudor, sin dolor, como si fuese una verdad inmutable. Que convencen a alguno es innegable, pero yo estoy convencido que a la mayoría no consiguen engañarnos. Porque el individuo es un ente único e independiente, que siente, que padece, que analiza, que compara y que PIENSA. No es un receptor inerte.
Otra cosa es nuestro comportamiento en el grupo. No es inherente a un país, una ideología o una cultura, es UNIVERSAL: en una conversación pensamos que guardar silencio es demostrar ignorancia, por lo que nos atrevemos a repetir dogmas y opiniones de otros como propios, con convencimiento, sin el debido análisis, sin contrastar, sin pensar. Así, trasladamos falsedades y damos alas a noticias sesgadas, a hechos inciertos, a la manipulación.
Recuerdo otra conversación en un grupo. Un “experto” en oriente medio nos daba una clase magistral sobre el conflicto de la región que me estaba poniendo enfermo. Precisamente estaba terminando un libro ambientado en el Líbano que me hizo documentarme con mucha profundidad en la historia de la región, las causas subyacentes, el papel de las grandes potencias mundiales, la génesis del conflicto y su recorrido. Aquel “experto” repetía mantras que había oído o sacado de no se qué lugar insospechado, que no eran ciertos.
Sin entrar en detalles, lamento no haberme podido contener. Comencé a hacerle preguntas que no supo contestar. En mi aprendizaje creé un lazo con el Líbano, un país que me cautivó para siempre, una isla en medio del conflicto global, los fenicios, un pueblo sin identidad de estado, generoso, que ha acogido a refugiados de cualquier etnia y religión. Una cultura fascinante, atípica, única en el planeta. Por eso no me pude contener.
Vuelvo a divagar, te pido disculpas. El fondo del asunto es la circulación que al fin y al cabo damos a esas desinformaciones hasta hacerlas casi verdades. Y es porque alguien, intencionadamente, quiere manipularnos. A veces decidimos alinearnos con una idea o tendencia, pero no porque alguien nos haya engañado o manipulado -no somos imbéciles-, sino porque lo hemos razonado y decidido por nosotros mismos.
Tenemos criterios, principios y raciocinio. Consumimos con conocimiento de causa, votamos o no con fundamentos y argumentos, no tenemos un patrón de comportamiento, pero sí gustos y preferencias. Que son nuestros. Podemos equivocarnos o no, es nuestra prerrogativa.
Elijo, luego existo. Decido, luego pienso. Pienso, luego estoy vivo.