O cuánto no sabemos sobre él
Lo he contado alguna vez, vivo a unos pocos metros del mar, y me gusta escribir frente a él, levantar la mirada del papel y encontrármelo ahí, al alcance de la mano, como un amigo fiel.
Pero no es tan amigable como parece. Todos sabemos que es un medio no natural para nosotros, peligroso e indiferente a nuestra adoración por él. Cada año se cobra la vida de muchas personas. Los marinos lo aman y lo temen, lo respetan y lo vigilan. Lo que resulta realmente curioso es que no pueden vivir sin él. Se ahogan en lugares en los que no hay mar. Incluso buscan el consuelo de ríos y lagos, aunque reconocen que no es lo mismo. Es un medio adictivo.
Me surgen algunas preguntas: más de 70% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua, pero conocemos más sobre Marte que sobre nuestros propios océanos ¿cómo es posible?
¿Sabías que la sal de los océanos tiene la misma antigüedad que los primeros organismos vivos que surgieron de ellos? ¿Por qué cuando miramos al mar lo hacemos como si esperásemos ver llegar a alguien navegando sobre las olas?
Sólo hemos cartografiado el 20% del fondo marino en detalle. Paradójicamente, sabemos más sobre la superficie de Venus que sobre las fosas oceánicas.
Se estima que millones de especies desconocidas para el hombre, habitan el océano profundo. Sabemos que, en las zonas abisales, a más de 600 metros de profundidad, la presión supera las 600 atmósferas (vivimos a 1 atmósfera sobre la superficie del planeta). Aún así, organismos como los anfípodos prosperan allí.
El mar actúa como sumidero de carbono, pero el cambio climático y el consiguiente aumento de la temperatura global está afectando al equilibrio. Explorar el mar no es sólo una manera de ir resolviendo sus misterios, sino que también es clave para entender los ciclos de la vida, del clima y de la evolución de nuestro planeta.
Pero pasemos a la parte poética, la hermosa y permanente elegía que hacemos los humanos del mar ¿El mar nos habla? Muchos responderán afirmativamente: nos habla en un lenguaje de olas, con susurros, con acentos de espuma ¿El mar guarda la memoria de nuestra especie? Su vaivén contiene los secretos de los navegantes perdidos, de dioses caídos, de voces que aún no sabemos pronunciar ¿Refleja nuestra imagen sobre la superficie? También nos dirían que sí, que a veces es calma y a veces furia. Alguno lo vería como una manifestación de humanidad, como un espejo mágico que refleja más allá de nuestra imagen mientras que el espejo no cambia, aunque nuestra imagen reflejada sí.
¿Qué es el mar en realidad? Bajo sus aguas todo sigue su propio ritmo, un latido lento, como si el tiempo quedase suspendido. Quizás el mar no sea agua, quizás sea un organismo vivo, latiendo justo al borde de nuestro entendimiento, una dimensión diferente, paralela.
En este momento levanto la mirada del papel que recoge estas palabras. Ahí está, como siempre, esperándonos. Volvemos a él la vista una y otra vez, a la línea imaginaria que separa el mar del cielo. A veces azul, a veces plomizo. No tiene memoria, no me conoce, aunque llevo toda una vida a su lado. Tal vez nos hable y no seamos capaces de entenderlo. El mar es la respiración del planeta, y cuando lo contemplamos, sentimos que también es la nuestra.
No olvidemos que somos originarios del mar. Hace unos 3.800 millones de años, en una parte cálida de este mismo mar, las primeras moléculas orgánicas se combinaron y formaron el primer organismo vivo en el planeta. Somos, en esencia, agua. Tal vez por eso volvemos la mirada hacia él, para buscar reconocernos en él. Nuestra sangre lleva sal, igual que el mar, nuestros latidos imitan el vaivén de las olas, de las mareas. Y nuestra respiración simula un eco de aquel primer soplo de oxígeno generado por aquellos primitivos microbios oceánicos.
Pero si tengo que elegir una raíz, una característica común, me inclinaré por ese misterio que esconden las profundidades abisales, del que nosotros guardamos una réplica en nuestro propio interior, como individuos, como un espacio complejo por descubrir.
Hay quien cree que el mar será la última frontera para el hombre, su última conquista. Es posible. Es cierto que nos queda un largo camino para descifrar sus secretos. Mientras esto sucede, disfrutemos de la evocación y el misterio.
Y de su inspiración.
La vida es el mar
que todo lo esconde.
Y a veces navegar y a veces naufragar…
pero siempre salir a flote 🎵🎶
El mar siempre ha sido inspiración de poetas, pintores, escritores, músicos… tal vez porque su inmensidad resuena con la inmensidad del alma. El mar también es terapia. También es medicina. Y por que no? El mar es energía. Gracias por compartir.
Hola Beatriz. Me faltaba algo en la entrada y lo has escrito tú: la referencia de la profundidad del mar con la inmensidad del alma. Genial. Ahora si está completa.
Es un lujo leeros. Muchísimas gracias.