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EL NUTRICIONISTA DEL ALMA

Publicada el 14 de agosto de 202515 de agosto de 2025 por José Ramón Entenza

O como no complicar lo sencillo

Tengo la inmensa suerte de mantener con frecuencia contacto con jóvenes, Es enriquecedor, quiero pensar que para ambas partes. La mayoría de ellos están en proceso de maduración y, alguno con una estabilidad envidiable, muy por encima de la media, visto el panorama general que observo.

No puede dejar de llamarnos la atención el ver que estos chicos con éxito, personalidad, conocimiento del mundo y un gran bagaje sobre sus hombros, cargan también con insatisfacción, frustración y otras derivaciones como depresión, ansiedad y similares.

No es exclusivo de ellos, no guarda una relación directa con la edad, pero para mi generación es llamativo que sea un denominador común. Nos cuesta recordar a compañeros y amigos de esta edad que, en nuestra época tuviesen dudas existenciales o problemas psicológicos. Más bien era la excepción que la regla.

Cuando profundizo con estos jóvenes en estos temas y me cuentan sus sensaciones, sus dificultades de adaptación o de realización personal, me sorprende mucho como dibujan el cuadro, el boceto desde su perspectiva, complicando algo que a mí se me antoja sencillo.

Suelo intentar explicarles esta visión: que complican lo simple, que de un problema banal hacen una catarsis existencial, replanteándose todos sus dogmas, su camino, su nivel de felicidad o su lugar en el mundo.

Es una generación que analiza en exceso, que tiene prisa por pasar una página. Su problema, según algunos, es que están sobradamente preparados, demasiado formados, en todo. Yo no lo creo. Sí es cierto que el conocimiento es un sendero infinito y que cabe perderse en él. Pero también es la herramienta que todo lo puede, la palanca capaz de mover el mundo.

Yo creo que el problema generacional de estos jóvenes está en el otro lado, en su falta de capacidad de disfrutar de lo básico: un paseo, el contacto habitual con la naturaleza, las actividades creativas, la lectura, la música. Y más: reir, hacer ejercicio, dejar fluir las emociones, cantar, abrazar, agradecer, amar, perder el tiempo en ayudar a otros…

Pero ojo, ellos hacen todo esto, pero de manera esporádica, planificada, medida, no como hábito. Así no es posible disfrutarlo.

Como yo lo veo, es como una batalla de hormonas: la adrenalina con su inyección de energía, su activación, la super oxigenación y la super concentración, versus las endorfinas y otros neurotransmisores del bienestar como la serotonina, la dopamina, la oxitocina, el GABA.

Intento recetarles este menú que, traducido a un lenguaje más popular es equilibrio, serenidad, amaneceres tranquilos, conversación, dar y recibir gratitud, motivación, la música que inspira, las metas que alimentan el entusiasmo y el gusto por uno mismo, la autoestima, las risas, el deporte, la amabilidad que nos regalan y la que damos, la confianza en sí mismos, como individuos plenos, únicos, extraordinarios, más allá de carreras profesionales o ambiciones. Respirar profundamente y bajar las pulsaciones, cerrar los ojos sin miedo de no volver a abrirlos.

Ellos no se dan cuenta de que todo esto lo tienen a su alrededor, que no hace falta crearlo ni llevarlo a la agenda, ni se encuentra en un mega gimnasio. Mira a tu derecha, mira a tu izquierda, mira arriba ¿Te cuesta sonreír?

Cuando te cruzas en tu camino con una persona abierta, amable y alegra, en primer lugar, te llama la atención porque cada vez es más raro. En segundo término, te hace pensar, comparar tu vida plena y exitosa pero solitaria o insatisfactoria, con la sencillez de esa otra alma, que parece feliz por algún extraño encantamiento ¿Cómo puede serlo si trabaja doce horas diarias, si le pagan una ridiculez, si no conoce las pirámides, ni Bali, ni Osaka…? ¿Qué estoy yo haciendo mal?

Te estás olvidando de alimentarte, no como organismo, que eso lo haces muy bien, sino como ser humano, como ente que tiene sueños, inquietudes, deseos, que necesita compartir, disfrutar, pausa, tempo.

Necesitas apreciar la belleza para inspirarte, retos para crecer y vínculos para sentirte vivo. Te estás nutriendo sólo de lo urgente, de lo inmediato y eso no basta. El alma necesita palabras que den sentido al día.

Sólo tienes que alargar el brazo y tocarlo, cogerlo. Busca la sencillez, huye de la complejidad. Sonríe, celebra el humor, la amistad y el amor.

En una palabra, vive. Aprovecha los momentos que te da la vida para deleitarte, para alimentar tu alma. Sin planificarlo, no es difícil, es natural y sencillo. Huye de lo complejo.

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Sobre el autor

Soy José Ramón Entenza, natural de Marín, en Pontevedra, Licenciado en Ciencias Físicas, Graduado en Farmacia y Licenciado en Derecho. He cursado estudios de doctorado en Inteligencia Artificial, y he publicado artículos de divulgación científica en diversas revistas especializadas y realizado numerosas ponencias internacionales de carácter científico... [leer más]

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